Un hecho lamentable ocurrido en Bengaluru, India, el 3 de diciembre ha generado preocupación entre organizaciones sociales y familias migrantes de la zona.
Una niña de siete años, identificada como Jannatun Khatun, perdió la vida tras enfrentar un cuadro médico complicado relacionado con un brote sanitario que afecta a varias regiones del país.
Su familia, originaria del distrito de Nadia, en Bengala Occidental, había llegado a la ciudad apenas dos meses antes en busca de oportunidades laborales.
De acuerdo con el informe clínico del Instituto Vydehi de Ciencias Médicas y Centro de Investigación, la menor ingresó a la UCI pediátrica en un estado extremadamente delicado después de presentar fiebre durante cinco días.
El documento detalla que, al momento de su ingreso, la niña estaba consciente pero muy irritable y mostraba señales de inestabilidad hemodinámica, lo que indicaba una situación grave que comprometía varias funciones del organismo.
Los profesionales de salud reportaron que las pruebas iniciales reflejaron niveles bajos de plaquetas y una respuesta cardíaca debilitada.
Esto obligó al equipo médico a iniciar de inmediato suero intravenoso y soporte especial para estabilizarla.
Sin embargo, debido a la condición crítica con la que llegó, la toma de muestras y el inicio del tratamiento fueron especialmente difíciles.
A pesar de los esfuerzos del personal, que incluyeron la colocación de una vía central y apoyo clínico intensivo, la menor no logró recuperarse.
Antes de llegar al centro donde finalmente fue atendida, la familia atravesó una serie de obstáculos.
Según relataron, acudieron primero a un hospital privado donde el costo estimado del tratamiento —45.000 rupias— resultó imposible de cubrir.
Luego se dirigieron a servicios públicos, pero fueron informados de que no había disponibilidad de camas.
Cuando finalmente lograron ingresar a un establecimiento privado que los recibió, la condición de la niña ya había progresado a un estado de extrema gravedad.
El Comisionado Especial de Salud y Educación de la Autoridad del Gran Bengaluru, Suralkar Vikas Kishor, señaló que el caso aún requiere una auditoría oficial para confirmar todos los detalles.
Además, recordó que este tipo de situaciones deben ser reportadas de manera obligatoria por las instituciones médicas. “Si el centro no lo ha notificado, solicitaré que se haga de inmediato”, declaró.
Tras la pérdida, la familia enfrentó otra dificultad: reunir los recursos necesarios para trasladar el cuerpo de la niña a Bengala Occidental, donde se encuentran sus familiares.
Con ayuda de la comunidad migrante, lograron reunir cerca de 60.000 rupias para cubrir los gastos.
Representantes de organizaciones laborales, entre ellos R. Kaleem Ullah, presidente nacional de All-India Shramik Swaraj Kendra, expresaron preocupación por el caso.
Señalaron que este hecho refleja los retos que viven muchas familias migrantes, quienes residen en asentamientos temporales y no siempre pueden acceder a atención médica rápida debido a la saturación en hospitales públicos y los altos costos en centros privados.
Ullah pidió que el gobierno considere medidas como una tarjeta sanitaria especial que facilite el acceso a tratamientos esenciales y apoyo alimentario parcial para familias en situación de vulnerabilidad.
Según indicó, estas acciones podrían ayudar a evitar que situaciones como esta vuelvan a ocurrir y garantizar una respuesta más rápida en emergencias.
El caso continúa bajo revisión por las autoridades sanitarias, mientras organizaciones sociales insisten en la necesidad de reforzar los mecanismos de apoyo para comunidades migrantes en la ciudad.


